sábado, 30 de mayo de 2009

Resolviendo el dilema

Bueno, esto me pasó una noche cuando estaba escribiendo "Historias de Baño 3", escribía mientras escuchaba "A Poem On The Underground Wall" (Un Poema En La Pared Del Metro) de Simon & Garfunkel, cuando de repente suena el timbre, esperaba a que alguien se digne en atender, pero nadie iba, nadie había, nadie, ni la perra, ni los espíritus chocarreros, me di cuenta de que estaba mas solo que una alcachofa en un placar. Entonces fue cuando me acordé, me vendrían a buscar, sí, yo tenía un compromiso el cual había olvidado, bueno no precisamente un compromiso, una noche de juerga podría decirse, así que me levanté rápido como estaba, me calcé la chancleta y salí así nomás, como estaba vestido, sí, con el pelo mojado y mi típica vestimenta, remera manga corta, buzo de mangas largas que me quedan cortas, pantalón largo que tampoco me es muy largo, chancletas y medias; sí, ya lo sé, están pensando que me visto como tonto, es por una cuestión de comodidad e ideología; pero bueno, el asunto es que me fui, me subí en la moto de mi amigo y partimos.

Agarramos por 25 de Mayo, cruzamos todo el centro, fuimos a ver si en el bar "Excalibur" había una mesa de pool desocupada. Ante la respuesta negativa, nos dedicamos a pensar, ¿a donde podemos ir? No hay nadie. Claro, en pleno invierno la gente no sale mucho, y los que sí, ya tenían sus compromisos. En vista de ello, le dije a mi amigo, vamos a tomar algo por ahí. A lo que respondió, pero primero quiero dar unas vueltas, nunca entendí el motivo, estaba actuando extraño, como fuera de su mundo, sumido en sus pensamientos, como yo diría, estaba ahí físicamente, pero mentalmente estaba corriendo desnudo por el campo. En fin, sentía que su respuesta no era del todo sincera, pareciera como que buscaba a alguien, hecho que confirme cuando veníamos en el medio de la calle, en realidad, el venía, porque el manejaba, la cosa es que él estaba viendo a alguien en la vereda, pero no vio lo que tenía enfrente, sí, en todo ese lapso de tiempo llegamos al semáforo, donde había un auto esperando al verde y, ¿qué creen?...

No, no chocamos, de ser así, no estaría aquí escribiendo. Bueno, después de la ensalada de putiadas que le escupí a mi amigo, dicho sea de paso, les aviso que se bastante de inglés; proseguimos nuestro camino una vez el semáforo estuvo en verde.

Después de recorrer todo el aburrido centro de esta ciudad, (no se para ustedes, pero para mí, si lo es), nos dirigimos a comprar una coca de litro y cuarto en el kiosco al frente de su casa. A todo esto eran las dos y catorce con trece segundos de la mañana, por lo que dudábamos de si todavía estaba abierto, pero si lo estaba. Entró al kiosco y yo me quedé sentado en la moto, saludó al kiosquero, y todo lo habitual que te dice cualquier kiosquero, ¿cómo andas? ¿qué estas haciendo? ¿de donde venís? ¿a cuántas minas te volteaste? ¿cuántas puertas orinaste? ¿qué clase de fantasmas te cruzaste cuando realizaste el viaje astral de anoche?, etc...

Salimos de ahí pensando en la fría y aburrida noche, como los padres de mi amigo dormían, fuimos a tomar la coca a la plaza. Al llegar allí, se bajó de su moto y yo me quedé ahí porque no tenía ganas de sentarme en el banco, el sí lo hizo, mirábamos como el policía que estaba en el auto en la plaza de enfrente nos miraba fijo, pero no era exactamente un policía, era esos de la vigilancia nocturna, pero nos miraba... luego de un rato de observar al policía, nos dimos cuenta de que la coca ya se estaba calentando, entonces la abrimos y empezamos a darle del pico, llegando a la mitad de la botella, ninguno tenía sed, pero seguíamos tomando...

Fue ahí cuando salté con una de mis típicas preguntas que no van a ningún lado pero sirven para sacar un tema y a la vez reírse de alguna boludés, le dije:

- ¿Por qué estás tomando si no tenés sed?

Y el me respondió con otra pregunta:

- ¿Por qué me pregunta eso alguien que lleva una sola chancleta?

Entonces me di cuenta, sí, lo sé, perdí la chancleta yendo en moto, entonces emprendimos camino, tenía que encontrarla, era mi único par, y lo sigue siendo; no es que no quería gastar en un par nuevo, pero soy demasiado vago para ir a comprarlas.

Entonces salí veloz como un ganso embalsamado, (que esperaban, con todo ese lío ni me acordé que mi amigo estaba en moto), entonces me subí al vehículo, salimos rápido y apurados antes de que alguien le haga quien sabe que a mi pobre y queridísima chancleta. Obviamente, el de seguridad nos seguía mirando, por ende, nos siguió siguiendo. Se armó un lío tremendo, nosotros apurados, el policía nos perseguía, nosotros ni enterados porque no puso la sirena. Pero bueno, nos persiguió por el centro, nosotros perseguíamos a la chancleta, ¡hay como la extrañaba! ¡mi pobre chancleta!

Bueno, el problema mayor, o mejor dicho, problema legal, se armó cuando frenamos a buscar lo que parecía una chancleta en una bolsa. Evidentemente el policía no sabía que hacíamos, creo que pensó que éramos rateros o algo así; y nos paró...

- ¡¿Qué hacen ahí?! - dijo el policía

Entonces le contamos toda la historia como se dieron los hechos y de lo que había pasado. Después de una hora de charla, convencimos al policía de ser "buenas personas" y nos fuimos cada quien a su casa.

Llegué deprimido, mucho, demasiado para mi gusto, yo quiero mucho esas chancletas, y ahora me quedé con una sola. Puse la llave en la cerradura, desllavé la puerta y entré, cerré la puerta, colgué la llave y me fui para mi pieza despacio y con cuidado para no despertar a nadie. Cuando entré en mi habitación y encontré a un sujeto pequeño invadiendo mi cama. No, no era el Chapulín, pero se podía ver por la luz que entraba de afuera la silueta, era mi perra, la pesqué con la boca en la chancleta. Ahí estaba, la tenía aparentemente ella. Ustedes pensaran, mirá esa perra de …….. quiere comerse mi chancleta, pero estan muy equivocados, esa no era su intención, o no por el momento, la cosa es que a pesar de estar ahí, no se percató de mi presencia, entonces me quedé observandola lo poco que se veía, y la ví, sí, metió la chancleta debajo de mi almohada.

Ahí entendí todo, lo comprendí, fue ella, todo el tiempo, entonces empecé a atar cabos:

1 - Me sacó mi chinela
2 - La puso debajo de mi almohada…
3 - Almohada…
4 - RAVIOL!!! (leer "El Bocadillo Nocturno")

Eso era, fue ella la que depositó el raviol debajo de mi almohada, provocando tanto tiempo de incertidumbre, ¿por qué? No lo sé, tal vez buscaba enterrar algo como todo perro, puesto que en mi casa no hay patio con tierra, es normal que busque un reemplazo de la tierra, pero mi almohada…

En fin, desde ese momento tomé la desición de dormir en el suelo, así no me llevo mas sorpresas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario