jueves, 28 de mayo de 2009

Historias de baño II: "Que nunca falte el 5º elemento"

Esta es una historia real, le paso a un conocido.

Carlos es una persona normal, está casado, tiene hijos, un trabajador dedicado; pero cuando se va de caravana le suceden cosas como las que voy a contarles:
Carlos y sus amigos están preparando todo para irse de viaje, un fin de semana lejos del trabajo y la familia, se van a ver el rally.
Una vez instalados los muchachos, se encontraban en media montaña mirando la carrera, el tiempo estaba nublado y el paisaje no dejaba nada a la imaginación. Volvieron temprano al hotel, ya todos bañados salieron a comer algo.
Eran un poco más de las 12:30 cuando uno de los amigos propone una idea interesante – “vamos a un cabaret”, todos sin dudarlo se prendieron con la propuesta, excepto uno, así es, Carlos no estaba del todo convencido. La cuestión es que entre las insistencias de los muchachos y el escaso carácter de Carlos, terminaron por convencerlo.
Adentrados en la jungla de mujerzuelas, comenzaron a beber. Carlos, hacía algunos días que no se sentía del todo bien, sus constantes viajes obligados al baño se habían convertido en una molestia para él. Y esta noche no fue la excepción. Acompañado por unos tragos que bebió durante el día, el desarreglo estomacal se volvía cada vez más intenso e insoportable. Increíblemente, aun así después de dos horas de juerga, Carlos se resistía a sus imponentes ganas de ir al baño, hasta que no pudo más, la presión lo estaba volviendo orate.
Se ausento unos minutos para ir al baño, quien diría que serian unos de los minutos más largos de su vida.
Entro corriendo a la sagrada habitación, los pantalones prácticamente se le cayeron solos, noto que la tapa del inodoro estaba mal puesta, y antes de que pudiera reaccionar…
El chorro fugaz salió incontenible, sería muy asqueroso entrar en detalle, pero si puedo decir que hasta el foquito de la luz en el muy pequeño baño se ensució. El piso, las paredes, todo, absolutamente todo.
Carlos no sabía dónde meterse, en ese momento solo deseaba que se lo tragara la tierra. Pensó “tengo que limpiarlo”, para su mala suerte el papel higiénico solo alcanzo para limpiarse el. Y sinceramente no sabría decir si fue una idea brillante o de lo mas idiota… con billetes de dos pesos comenzó a limpiar, pero calló en cuenta de que se estaba quedando sin dinero. Nuevamente una idea llego a su cabeza… arranco los bolsillos de su camisa y pantalón y siguió trabajando.
Finalmente, lo último que hiso fue desenroscar el foco de la luz para que el próximo que viniera al baño no notara la cochinada que había hecho.
Carlos aprendió, y que a vos también te sirva de lección, que siempre, vallas donde vallas, estés donde estés, sea donde sea… lleves el sagrado PAPEL HIGIENICO.

Esta es una historia real, le paso a un conocido.

1 comentario:

  1. esta es una historia real, le paso al amigo de un amigo que tiene parientes en freire y todo san francisco, que es hermano de un vago que estudia en santa fe, pero que vive con sus viejos, no le vendrian mal un par de afeitadas, dice que no mira tele, pero yo lo conozco de parte de un amigo, que en realidad ya no es mi amigo, porque cierto dia nos cagamos a palos y nos tubieron que separar hechandonos soda, amigo de un primo de mi primo segundo que es hijo del primo de mi viejo, que vivia en san francisco pero que ahora vive en mendoza, porque le gustan las montañas...
    le paso esta historia, de verdad....

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