viernes, 29 de mayo de 2009

El Bocadillo Nocturno

Esta es una historia real, aunque no me crean me pasó a mí, una noche como cualquier otra.

Yo soy una persona común, como golosinas, vago de naturaleza, miro mucha tele, estoy un rato largo con la computadora, espío a los vecinos y les orino en su puerta cuando vuelvo medio tocado por las noches, jaja, es broma, yo no bebo, o por lo menos no mucho; en fin, soy igual a los demás, o por lo menos eso dice mi psicóloga. Pero lo que me pasó esa noche, no creo que le haya pasado a nadie más…

Estaba como de costumbre chateando hasta tarde, esperando a que mi hermano se digne en apagar la tele de la pieza y así yo poder dormir felizmente. Cuando llegó la hora esperada, me cepillé los dientes, hice un chin y me fui a acostar.

Estar en el medio de tanta oscuridad y relajado, me invitó pensar y reflexionar, motivos por los que me quedé hasta las doce y media sumido en mis pensamientos. Después de ese tiempo me dediqué a cerrar mi mente y dormir, pero tengo unas dificultades para eso y me cuesta conciliar el sueño.

Pero bueno, la cosa es que ya era como la una de la mañana, algo tarde para irme a dormir un día de semana, y de tanto estar acostado, como de costumbre del lado derecho de mi cuerpo, se me dio por meter la mano debajo de la almohada. Estaba en ese lugar, un visitante inesperado que me erizó los pelos, ahora entiendo porque dicen “se me puso la piel de gallina”, y no lo decían con otro animal, así que enseguida prendí la luz y levante la almohada, y allí estaba…

No hay nada mas escalofriante que encontrar un objeto blando, frío y húmedo en el lugar donde uno cede su confianza, donde uno sabe que nada irá a pasarle; pero a mi me pasó…

Ahí estaba él, frente a mí, reflejando su textura y color ante mis ojos, no pude resistirme, le dije a mi hermano, entonces lo tomó y lo arrojó hacia las afueras de la casa.

No sé si sigue en donde mi hermano lo dejó, o ya se habrá ido, pero lo que si sé, es que de ahora en adelante cada vez que me voy a dormir, reviso debajo de mi almohada para asegurarme de que no allá ningún visitante extraño…

No se rían de lo que voy a preguntarles, díganme ustedes, ¿qué harían si encuentran un raviol debajo de su almohada?

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