martes, 1 de septiembre de 2009

Poema Para Mi Amada

No sé que haría un sólo segundo sin ti.
Ohh hermosa, inteligente y preciosa.
Tú eres la razón de mi existir.
Lloro a cada momento en que no estoy contigo,
y sufro en silencio cada instante en el que algo te detiene,
ya que te quita tiempo para estar conmigo.
Me quedo asombrado al contemplar la perfección
y magnitud de tus proporciones.
Tu delineado cuerpo hace que resaltes en el paisaje.
Ohh mi bella...
Ohh preciosa...
Ohh hermosa...
Computadora

martes, 9 de junio de 2009

Historias De Baño 3: Contenidos Longitudinales

Bueno, voy a tratar de escribir lo mas breve y sutil posible, puesto que estoy en la casa de un amigo y las historias anteriores fueron un poco fuertes y asquerosas, aunque esto que le acaba de pasar a este amigo fue muy fuerte, mas bien largo, pero bueno. En fin, no hagan caso a las cosas que dije recién y sumerjanse en la historia (no demasiado, no quiero que usen los sentidos, solo usen la imaginación).

¿Qué es lo mas importante para un hombre?

EL DINERO… no
LA CASA… no
EL AUTO… no
LAS MUJERES… no
SU TRABAJO… no

Bueno está bien les digo, EL TAMAÑO.

Si el tamaño, inconscientemente estamos todo el tiempo comparando tamaños y alardeando de él, cuantas veces dijimos por simple envidia:

- Ja, mi porción de pizza es mas grande
- Mi casa es mas grande
- Mi auto es mas grande
- Mi pileta es mas larga, igual que mi…… (ya saben a lo que me refiero)

Llegamos a ser tan competitivo con el tamaño de las cosas que hasta competimos por ver quien es mas excremento, para no decir otra cosa.

El asunto es que en cuestión de tamaños, esta persona nos dejó atrás, ya que el mojón que expulsó de su cuerpo fue mas o menos la sexta parte de la longitud de su cuerpo (mide 1.90 m), ustedes piensen en su sufrimiento, por lo que pasó, un tiempo, largo tiempo para largar una soga marrón de 30 cm., que terminó plasmada en una situación de confusión, ya que el olor que salía de ese baño era horrible, horrible es poco, nauseabundo, podrido; bueno en definitiva, la casa quedó putrefacta, pero en seguida le sacó una foto con el celular. Yo estaba en la cocina viendo “South Park”, y lo primero que pensé fue, “tanta putrefacción va a provocar una nube de smog”. No fue tan así, pero ni el desodorante, ni el estar descalzo, ni nada pudo neutralizar el olor, cabe destacar que no prendimos fósforos por miedo a que se incendie el ambiente, (los gases contienen metano). Bueno la cosa es que con toda esta pestilencia ya se me irritaban los ojos y se me escaparon un par de lagrimas, así que nos fuimos al patio para airearnos, ahí me dijo:

- Mirá esto.

Y me mostró la imagen de ese pedazo de materia putrefacta que perfora nariz, garganta y pulmones.

Ahora, se preguntan por qué le di el sermón de el tamaño y todo eso, aunque ya di las medidas de su chanchada, quería aclarar que él no lo vió con tanta tranquilidad, lo publicó por Internet, lo pasó por mail; todo para hacerse notar, para decir que evacuó a un edificio con indiecitos.

sábado, 30 de mayo de 2009

Resolviendo el dilema

Bueno, esto me pasó una noche cuando estaba escribiendo "Historias de Baño 3", escribía mientras escuchaba "A Poem On The Underground Wall" (Un Poema En La Pared Del Metro) de Simon & Garfunkel, cuando de repente suena el timbre, esperaba a que alguien se digne en atender, pero nadie iba, nadie había, nadie, ni la perra, ni los espíritus chocarreros, me di cuenta de que estaba mas solo que una alcachofa en un placar. Entonces fue cuando me acordé, me vendrían a buscar, sí, yo tenía un compromiso el cual había olvidado, bueno no precisamente un compromiso, una noche de juerga podría decirse, así que me levanté rápido como estaba, me calcé la chancleta y salí así nomás, como estaba vestido, sí, con el pelo mojado y mi típica vestimenta, remera manga corta, buzo de mangas largas que me quedan cortas, pantalón largo que tampoco me es muy largo, chancletas y medias; sí, ya lo sé, están pensando que me visto como tonto, es por una cuestión de comodidad e ideología; pero bueno, el asunto es que me fui, me subí en la moto de mi amigo y partimos.

Agarramos por 25 de Mayo, cruzamos todo el centro, fuimos a ver si en el bar "Excalibur" había una mesa de pool desocupada. Ante la respuesta negativa, nos dedicamos a pensar, ¿a donde podemos ir? No hay nadie. Claro, en pleno invierno la gente no sale mucho, y los que sí, ya tenían sus compromisos. En vista de ello, le dije a mi amigo, vamos a tomar algo por ahí. A lo que respondió, pero primero quiero dar unas vueltas, nunca entendí el motivo, estaba actuando extraño, como fuera de su mundo, sumido en sus pensamientos, como yo diría, estaba ahí físicamente, pero mentalmente estaba corriendo desnudo por el campo. En fin, sentía que su respuesta no era del todo sincera, pareciera como que buscaba a alguien, hecho que confirme cuando veníamos en el medio de la calle, en realidad, el venía, porque el manejaba, la cosa es que él estaba viendo a alguien en la vereda, pero no vio lo que tenía enfrente, sí, en todo ese lapso de tiempo llegamos al semáforo, donde había un auto esperando al verde y, ¿qué creen?...

No, no chocamos, de ser así, no estaría aquí escribiendo. Bueno, después de la ensalada de putiadas que le escupí a mi amigo, dicho sea de paso, les aviso que se bastante de inglés; proseguimos nuestro camino una vez el semáforo estuvo en verde.

Después de recorrer todo el aburrido centro de esta ciudad, (no se para ustedes, pero para mí, si lo es), nos dirigimos a comprar una coca de litro y cuarto en el kiosco al frente de su casa. A todo esto eran las dos y catorce con trece segundos de la mañana, por lo que dudábamos de si todavía estaba abierto, pero si lo estaba. Entró al kiosco y yo me quedé sentado en la moto, saludó al kiosquero, y todo lo habitual que te dice cualquier kiosquero, ¿cómo andas? ¿qué estas haciendo? ¿de donde venís? ¿a cuántas minas te volteaste? ¿cuántas puertas orinaste? ¿qué clase de fantasmas te cruzaste cuando realizaste el viaje astral de anoche?, etc...

Salimos de ahí pensando en la fría y aburrida noche, como los padres de mi amigo dormían, fuimos a tomar la coca a la plaza. Al llegar allí, se bajó de su moto y yo me quedé ahí porque no tenía ganas de sentarme en el banco, el sí lo hizo, mirábamos como el policía que estaba en el auto en la plaza de enfrente nos miraba fijo, pero no era exactamente un policía, era esos de la vigilancia nocturna, pero nos miraba... luego de un rato de observar al policía, nos dimos cuenta de que la coca ya se estaba calentando, entonces la abrimos y empezamos a darle del pico, llegando a la mitad de la botella, ninguno tenía sed, pero seguíamos tomando...

Fue ahí cuando salté con una de mis típicas preguntas que no van a ningún lado pero sirven para sacar un tema y a la vez reírse de alguna boludés, le dije:

- ¿Por qué estás tomando si no tenés sed?

Y el me respondió con otra pregunta:

- ¿Por qué me pregunta eso alguien que lleva una sola chancleta?

Entonces me di cuenta, sí, lo sé, perdí la chancleta yendo en moto, entonces emprendimos camino, tenía que encontrarla, era mi único par, y lo sigue siendo; no es que no quería gastar en un par nuevo, pero soy demasiado vago para ir a comprarlas.

Entonces salí veloz como un ganso embalsamado, (que esperaban, con todo ese lío ni me acordé que mi amigo estaba en moto), entonces me subí al vehículo, salimos rápido y apurados antes de que alguien le haga quien sabe que a mi pobre y queridísima chancleta. Obviamente, el de seguridad nos seguía mirando, por ende, nos siguió siguiendo. Se armó un lío tremendo, nosotros apurados, el policía nos perseguía, nosotros ni enterados porque no puso la sirena. Pero bueno, nos persiguió por el centro, nosotros perseguíamos a la chancleta, ¡hay como la extrañaba! ¡mi pobre chancleta!

Bueno, el problema mayor, o mejor dicho, problema legal, se armó cuando frenamos a buscar lo que parecía una chancleta en una bolsa. Evidentemente el policía no sabía que hacíamos, creo que pensó que éramos rateros o algo así; y nos paró...

- ¡¿Qué hacen ahí?! - dijo el policía

Entonces le contamos toda la historia como se dieron los hechos y de lo que había pasado. Después de una hora de charla, convencimos al policía de ser "buenas personas" y nos fuimos cada quien a su casa.

Llegué deprimido, mucho, demasiado para mi gusto, yo quiero mucho esas chancletas, y ahora me quedé con una sola. Puse la llave en la cerradura, desllavé la puerta y entré, cerré la puerta, colgué la llave y me fui para mi pieza despacio y con cuidado para no despertar a nadie. Cuando entré en mi habitación y encontré a un sujeto pequeño invadiendo mi cama. No, no era el Chapulín, pero se podía ver por la luz que entraba de afuera la silueta, era mi perra, la pesqué con la boca en la chancleta. Ahí estaba, la tenía aparentemente ella. Ustedes pensaran, mirá esa perra de …….. quiere comerse mi chancleta, pero estan muy equivocados, esa no era su intención, o no por el momento, la cosa es que a pesar de estar ahí, no se percató de mi presencia, entonces me quedé observandola lo poco que se veía, y la ví, sí, metió la chancleta debajo de mi almohada.

Ahí entendí todo, lo comprendí, fue ella, todo el tiempo, entonces empecé a atar cabos:

1 - Me sacó mi chinela
2 - La puso debajo de mi almohada…
3 - Almohada…
4 - RAVIOL!!! (leer "El Bocadillo Nocturno")

Eso era, fue ella la que depositó el raviol debajo de mi almohada, provocando tanto tiempo de incertidumbre, ¿por qué? No lo sé, tal vez buscaba enterrar algo como todo perro, puesto que en mi casa no hay patio con tierra, es normal que busque un reemplazo de la tierra, pero mi almohada…

En fin, desde ese momento tomé la desición de dormir en el suelo, así no me llevo mas sorpresas.

viernes, 29 de mayo de 2009

El Bocadillo Nocturno

Esta es una historia real, aunque no me crean me pasó a mí, una noche como cualquier otra.

Yo soy una persona común, como golosinas, vago de naturaleza, miro mucha tele, estoy un rato largo con la computadora, espío a los vecinos y les orino en su puerta cuando vuelvo medio tocado por las noches, jaja, es broma, yo no bebo, o por lo menos no mucho; en fin, soy igual a los demás, o por lo menos eso dice mi psicóloga. Pero lo que me pasó esa noche, no creo que le haya pasado a nadie más…

Estaba como de costumbre chateando hasta tarde, esperando a que mi hermano se digne en apagar la tele de la pieza y así yo poder dormir felizmente. Cuando llegó la hora esperada, me cepillé los dientes, hice un chin y me fui a acostar.

Estar en el medio de tanta oscuridad y relajado, me invitó pensar y reflexionar, motivos por los que me quedé hasta las doce y media sumido en mis pensamientos. Después de ese tiempo me dediqué a cerrar mi mente y dormir, pero tengo unas dificultades para eso y me cuesta conciliar el sueño.

Pero bueno, la cosa es que ya era como la una de la mañana, algo tarde para irme a dormir un día de semana, y de tanto estar acostado, como de costumbre del lado derecho de mi cuerpo, se me dio por meter la mano debajo de la almohada. Estaba en ese lugar, un visitante inesperado que me erizó los pelos, ahora entiendo porque dicen “se me puso la piel de gallina”, y no lo decían con otro animal, así que enseguida prendí la luz y levante la almohada, y allí estaba…

No hay nada mas escalofriante que encontrar un objeto blando, frío y húmedo en el lugar donde uno cede su confianza, donde uno sabe que nada irá a pasarle; pero a mi me pasó…

Ahí estaba él, frente a mí, reflejando su textura y color ante mis ojos, no pude resistirme, le dije a mi hermano, entonces lo tomó y lo arrojó hacia las afueras de la casa.

No sé si sigue en donde mi hermano lo dejó, o ya se habrá ido, pero lo que si sé, es que de ahora en adelante cada vez que me voy a dormir, reviso debajo de mi almohada para asegurarme de que no allá ningún visitante extraño…

No se rían de lo que voy a preguntarles, díganme ustedes, ¿qué harían si encuentran un raviol debajo de su almohada?

jueves, 28 de mayo de 2009

Historias de baño II: "Que nunca falte el 5º elemento"

Esta es una historia real, le paso a un conocido.

Carlos es una persona normal, está casado, tiene hijos, un trabajador dedicado; pero cuando se va de caravana le suceden cosas como las que voy a contarles:
Carlos y sus amigos están preparando todo para irse de viaje, un fin de semana lejos del trabajo y la familia, se van a ver el rally.
Una vez instalados los muchachos, se encontraban en media montaña mirando la carrera, el tiempo estaba nublado y el paisaje no dejaba nada a la imaginación. Volvieron temprano al hotel, ya todos bañados salieron a comer algo.
Eran un poco más de las 12:30 cuando uno de los amigos propone una idea interesante – “vamos a un cabaret”, todos sin dudarlo se prendieron con la propuesta, excepto uno, así es, Carlos no estaba del todo convencido. La cuestión es que entre las insistencias de los muchachos y el escaso carácter de Carlos, terminaron por convencerlo.
Adentrados en la jungla de mujerzuelas, comenzaron a beber. Carlos, hacía algunos días que no se sentía del todo bien, sus constantes viajes obligados al baño se habían convertido en una molestia para él. Y esta noche no fue la excepción. Acompañado por unos tragos que bebió durante el día, el desarreglo estomacal se volvía cada vez más intenso e insoportable. Increíblemente, aun así después de dos horas de juerga, Carlos se resistía a sus imponentes ganas de ir al baño, hasta que no pudo más, la presión lo estaba volviendo orate.
Se ausento unos minutos para ir al baño, quien diría que serian unos de los minutos más largos de su vida.
Entro corriendo a la sagrada habitación, los pantalones prácticamente se le cayeron solos, noto que la tapa del inodoro estaba mal puesta, y antes de que pudiera reaccionar…
El chorro fugaz salió incontenible, sería muy asqueroso entrar en detalle, pero si puedo decir que hasta el foquito de la luz en el muy pequeño baño se ensució. El piso, las paredes, todo, absolutamente todo.
Carlos no sabía dónde meterse, en ese momento solo deseaba que se lo tragara la tierra. Pensó “tengo que limpiarlo”, para su mala suerte el papel higiénico solo alcanzo para limpiarse el. Y sinceramente no sabría decir si fue una idea brillante o de lo mas idiota… con billetes de dos pesos comenzó a limpiar, pero calló en cuenta de que se estaba quedando sin dinero. Nuevamente una idea llego a su cabeza… arranco los bolsillos de su camisa y pantalón y siguió trabajando.
Finalmente, lo último que hiso fue desenroscar el foco de la luz para que el próximo que viniera al baño no notara la cochinada que había hecho.
Carlos aprendió, y que a vos también te sirva de lección, que siempre, vallas donde vallas, estés donde estés, sea donde sea… lleves el sagrado PAPEL HIGIENICO.

Esta es una historia real, le paso a un conocido.

Historias de baño I: "Una fiesta alocada".

Esta es una historia real, le pasó a un amigo mío, me pidió que no dijera su nombre, así que solo lo voy a mencionar como “X”.

Resulta que X es un chico de muchos amigos, acostumbrado a salir de juerga todos los fines de semana. Pero esta ocasión, la fiesta a la que lo invitaron desembocaría en una situación un tanto incomoda para X:

Se encontraban todos en la casa de una amiga, mucha comida, mucho que tomar, y X no se hiso ajeno a la entrega. Comió como si no hubiera un mañana, todo esto acompañado con mezclas de gaseosas y bebidas alcohólicas muy bacanas que a lo largo de la noche le provocaron un revoltijo estomacal severo.

Pasadas las 12 en punto, la situación se torno incontenible, y tuvo que pedirle encarecidamente a su amiga que le prestase el baño. Tras la respuesta afirmativa de la anfitriona, X rápido como el relámpago se interno en el baño.

Una vez que el motivo de su angustia fue expulsado con la fuerza de un toro, al señor inodoro le toco la tarea más difícil: llevárselo todo, tarea que le resulto imposible realizar. X jaló y jaló la cadena, pero el muerto… los muertos no se iban.

Ni hablar de cuando el nivel del agua comenzó a subir dentro del retrete, X entro en pánico, pensaba “que le voy a decir a esta chica ahora”. Entonces surgió como un león su lado más valiente, se arremango los brazos, y como macho metió la mano hasta el hombro dentro del inodoro. En un vaivén de sensaciones desagradables empezó a escarbar con la punta de los dedos tratando de sacar lo que estaba tapando el caño. ¡Éxito! al fin el agua cedió. Resulto ser una inmensa bola de pelos entremezclada con cosas que mejor ni mencionar.

Se enjuago bien, se limpio todo el brazo, y después de todas las penurias vividas, continuo con la fiesta como si nada hubiera pasado.

Esta es una historia real, le paso a un amigo mío…

miércoles, 27 de mayo de 2009

Cuento de un bar

Esta no sé si es una historia real, me la conto alguien muy cercano a mí, según él le sucedió a un amigo una noche como cualquier otra en un restaurant de su barrio, donde tuvo lugar una disputa entre él y el mozo.
Resulta que Ricardo, un hombre ya mayor, casado con hijos, solía salir con su grupo de amigos todos los viernes. Iban siempre a comer a una especie de resto-bar "familiar" que está en nuestro barrio, no hace falta agregar que las condiciones de higiene de este comedor no son las más delicadas, sin mencionar el estado del baño de hombres, que siempre se encuentra con el piso mojado vaya uno a saber de qué?, las manchas de humedad recorriendo todas las paredes del lugar, un olor penetrante, etc...
La cuestión es que cierto viernes, Ricardo y sus amigos arribaron al comedor como todas las semanas, se sentaron en la mesa y picaron algo de fiambre antes del plato principal. Ricardo había pedido como de costumbre un abundante plato de ravioles con tuco. Pero ese viernes, noto algo fuera de lugar, el mozo que llevaba las comidas de mesa en mesa, a la vez que sostenía los platos metía su dedo pulgar dentro de la comida, lo que le pareció de muy mal gusto. Cuando le trajo su plato de ravioles, Ricardo le hace notar al mozo su falta:

Ricardo - Disculpe señor, pero me parece que esta fuera de lugar lo que está haciendo, está metiendo su dedo gordo en mi comida y como estuve observando también en la de los demás.

Mozo - No señor, usted no entiende, es que ayer me pico una abeja en ese dedo y lo que yo hago es mantener la yaga calentita pa' que no se me irrite...

Ante la respuesta del mozo, Ricardo se puso como loco, ya se quería ir a las manos, pero solo atino a decirle:

Ricardo - ¿Por qué no se mete el dedo en el orto?

Y el mozo le afirmo:

Mozo - Es lo que hago entre plato y plato...

Imagínense como pudo terminar esta historia... de qué otra forma sino enrollados en un mantel revolcándose a palos en el piso, destruyeron dos mesas, una ventana, gran cantidad de botellas, entre otras cosas.

Es una historia interesante, no sé si real, pero lo que sí es seguro es que Ricardo no volverá a pedir ravioles con tuco...

Historia de una partida de truco

Comenzaron las clases en el colegio normal, yo y mis compañeros del 5º C tomamos la costumbre de jugar al truco, todos los recreos, horas libres, incluso las mismas horas de clase, todo el tiempo. Al transcurso de algunos meses, ya éramos un grupo de unas seis o siete personas que jugábamos, nos convertimos en expertos en la materia, ya conocíamos todas nuestras jugarretas y estrategias. No quiero aburrirlos, así que mejor voy a los hechos...
Cierta mañana de cierto día, nos acomodamos cual siempre, tres contra tres (no voy a dar nombres para evitar conflictos), la cuestión es que estábamos jugando la primera mano, yo tenía unos jugosos 33 puntos entre los dedos, pero no me tocaba cantar el envido, le hago señas a mi compañero para que cante, incluso le dije por lo bajo - "canta", el me miro un segundo y sin vacilar jugo callado su carta!!! Me comí los 33 puntos en un pancho con salsa tártara...
Bueno... después de una severa discusión con mi compañero seguimos jugando. Quien imaginaría mi buena suerte que nuevamente tuve los 33 puntos en la mano. Nuevamente se dio la coincidencia de que tenía que cantar el envido mi anteriormente errado compañero, esta vez me asegure de decirle -"canta", el mundo prácticamente se detuvo para escucharlo al decir sus palabras mágicas, yo ganar con mis 33 puntos en mano y ponerle fin al partido, cuando de repente... -"truco" canta el muy inepto, siendo peor que mi otro compañero tenía nada más y nada menos que otros 33 puntos en su mano, lo que nos llevo a comernos 66 puntos en un choripan sin mayonesa.
Esta situación me hiso estallar en una explosión de insultos, golpes y locura en contra de mi compañero que parecía no importarle haber arruinado una de las mejores manos que hayan estado entre nuestros dedos...
Desde ese día no volvimos a compartir una baraja de cartas, y al fin mi compañero recibió un diploma de amargo en el truco.
Esta es una historia real, ustedes dirán, no es para tanto, debes en cuando uno puede sacar 33 puntos en una mano, pero yo lo escribo para que sepan lo feo que es que le fastidien un juego tan competitivo como es el truco a alguien como yo, que sabe jugar, hace años que lo hago, y que tan fácil todo mi esfuerzo se va al caño por una persona torpe. Trasladen esta situación desde una simple mano de truco a la realidad de todos los días...
Saquen sus conclusiones.